Normalmente las perspectivas históricas se construyen decenas de años después, e incluso siglos, pero bastaron unos pocos meses para que la opinión pública mundial catalogase la Guerra de Iraq, como una guerra ilegal e injusta.
Por más que el trío de las Azores nos intentase convencer de que existían armas de destrucción masiva, incluyendo a sus medios de comunicación afines en Estados Unidos, Inglaterra y España, casi nadie creyó esa verdad pretendida por más que se repitiese en miles de ocasiones.
Hoy 5 años después la realidad nos muestra su frío rostro: Torturas, violaciones, crímenes violentísimos de todos los colores y formas posibles, salpicando a todas las etnias, a todos los sexos, a todas las edades y niveles sociales. Iraq es hoy un país desmembrado, con infraestructuras deficitarias, sin electricidad ni elementos básicos para la vida cotidiana. Cientos de miles de desplazados y exiliados, con fuga de cerebros incluida. Sin futuro cierto.
La región tampoco ha mejorado, sino al contrario, con Irán como superpotencia mundial beneficiada por las torpezas colonialistas del trío maldito, con Pakistán como auténtica bomba de relojería, con el conflicto palestino-israelí como en sus peores momento, guerra civil palestina incluida. Las monarquías suníes del golfo asustadas, los chiíes crecidos y envalentonados. Y Al Qaeda, ¿ha desaparecido?, ¿se ha encontrado a Bin Laden?, ¿hay menos riesgo terrorista en el mundo? No, no y no.
Hoy Iraq es el mejor campo de entrenamiento que cualquier yihaidista pudiera soñar. En todos los países occidentales se han prodigado las redadas para desmantelar grupos de terroristas islámicos que planeaban atentar en breve. ¿Hasta cuando se podrán detener todas las intentonas? Sólo hace falta que acierten una vez para que los fantasmas del 11-S, 11-M, 7-J, etc…, vuelvan a nuestro recuerdo.
Aznar, Blair, Bush, la historia os repudia ya, y más cuando 5 años después habéis demostrado no tener nada de sabios y seguís diciendo escondidos en el título de la buena canción de Coti y Paulina Rubio: “Nada de esto fue un error”.
Las familias Couso y Anguita seguro que no piensan lo mismo, los españoles y yo mismo, tampoco.
Por más que el trío de las Azores nos intentase convencer de que existían armas de destrucción masiva, incluyendo a sus medios de comunicación afines en Estados Unidos, Inglaterra y España, casi nadie creyó esa verdad pretendida por más que se repitiese en miles de ocasiones.
Hoy 5 años después la realidad nos muestra su frío rostro: Torturas, violaciones, crímenes violentísimos de todos los colores y formas posibles, salpicando a todas las etnias, a todos los sexos, a todas las edades y niveles sociales. Iraq es hoy un país desmembrado, con infraestructuras deficitarias, sin electricidad ni elementos básicos para la vida cotidiana. Cientos de miles de desplazados y exiliados, con fuga de cerebros incluida. Sin futuro cierto.
La región tampoco ha mejorado, sino al contrario, con Irán como superpotencia mundial beneficiada por las torpezas colonialistas del trío maldito, con Pakistán como auténtica bomba de relojería, con el conflicto palestino-israelí como en sus peores momento, guerra civil palestina incluida. Las monarquías suníes del golfo asustadas, los chiíes crecidos y envalentonados. Y Al Qaeda, ¿ha desaparecido?, ¿se ha encontrado a Bin Laden?, ¿hay menos riesgo terrorista en el mundo? No, no y no.
Hoy Iraq es el mejor campo de entrenamiento que cualquier yihaidista pudiera soñar. En todos los países occidentales se han prodigado las redadas para desmantelar grupos de terroristas islámicos que planeaban atentar en breve. ¿Hasta cuando se podrán detener todas las intentonas? Sólo hace falta que acierten una vez para que los fantasmas del 11-S, 11-M, 7-J, etc…, vuelvan a nuestro recuerdo.
Aznar, Blair, Bush, la historia os repudia ya, y más cuando 5 años después habéis demostrado no tener nada de sabios y seguís diciendo escondidos en el título de la buena canción de Coti y Paulina Rubio: “Nada de esto fue un error”.
Las familias Couso y Anguita seguro que no piensan lo mismo, los españoles y yo mismo, tampoco.
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