lunes, julio 10, 2006

Somos humanos y por tanto imperfectos

Si algo tiene un Blog es la capacidad de trasladar visiones personales de las cosas que nos suceden en el día a día. Habreís comprobado que ultimamente no he escrito mucho en el cuaderno de bitácoras que tengo integrado en la OVAC. Ahora os explicaré las razones:

Es cierto que mantener el nivel de contestaciones que requiere la Oficina Virtual es algo importante en mi trabajo parlamentario, porque sirve de enlace con las necesidades o visiones que la gente tiene de la política y por tanto forman parte de mi primera prioridad.

Además estoy en una fase donde me gustaría dar el salto con mayúsculas en el mundo de la novela y en estos momentos estoy en mi primer proyecto, no por ello menos ambicioso que si ya fuese un escritor contrastado. Es una novela geopolítica muy actual con todos los ingredientes del género: estados y poder, servicios de inteligencia y espías, terroristas de Al Qaeda, conflictos internacionales, sectas, movimientos neonazis, etc... La novela aunque comienza en Granada, esta ambientada en múltiples lugares del mundo. Bien, podría contar más, pero ya llegará...

Lo anterior ha motivado que buena parte de los huecos para escribir los dedique a ese proyecto.

Y el tercer elemento ha sido una reciente intervención quirúrgica a la que he tenido que someterme el pasado 4 de Julio. El diagnóstico lo conocía hace dos meses, pero debía esperar a que terminásemos el calendario de plenos del Senado, pues los votos están demasiado ajustados como para faltar. Aquí quiero mencionar a un compañero mío, a Juan José Rodríguez Torres que incluso acudió a una votación importante en pleno tratamiento de quimioterápia, anteponiendo su deber en el privilegio de representar a los ciudadanos en el Estado dentro del ámbito legislativo, a su propia salud.

La operación ha consistido en descomprimir una vena que estaba presionada entre el músculo escaleno y la primera costilla, alterando el circuito natural de la sangre hasta el corazón y provocando un aumento de volúmen del brazo derecho en 5 cm más que el brazo izquierdo. También lo dejo aquí...

La intervención fue llevada a cabo por el Jefe de Cirugía Vascular del Hospital Clínico de San Cecilio, Don Eduardo Ros Díe, un profesional íntegro y de reconocido prestigio humano -el más importante- y profesional. El segundo día vino a verme antes de almorzar, a las siete de la tarde, porque acababa de salir de quirófano (si estuviera en el Senado tampoco faltararía a ninguna votación). La intervención transcurrió con normalidad, salvo por el tamaño de mi primera costilla que parece ser más grande de lo normal, lo que que demostró también ser causa de la opresión a la vena subclavía con el escaleno, y un latazo para poder trastear en mi organismo para quitarla, lo que tuvieron que hacer mordiéndola a trozos porque de otra forma no era posible. Aquí quiero dar mi reconociemiento a todos esos profesionales de la salud, a Pepe el supervisor, a la enfermera Patricia (y en su nombre a todas las demás) que se llevó el susto el primer día cuando por levantarme sin deber, me tomó la tensión y la más alta no llegaba a 4. Al resto de los cirujanos, auxiliares, celadores, camareras, limpiadoras... A todos y todas, muchas gracias.

También a toda esa cantidad (con mucha calidad) de gente que no ha parado de llamar e interesarse, gracias. Támbién a mi socio Luis y a mi guapa Natalia, que si no me devuelven al hospital.

Ahora ya estoy en casa en el post-operatorio e intentando trabajar en el ordenador, pero con el inconveniente de no tener todavía operativos al cien por cien mis dedos meñique y anular derechos (por la compresión del nervio cubital), aunque mi amigo Alfonso me ha dicho que el lo tiene peor pues siempre escribe con dos dedos y a mí me quedan ocho. Pues tendrá razón.

Espero que todo esto no suene a justificación y si a demostrar que somos humanos con lo que eso conlleva, gestión y priorización de las responsabilidades, salud...

Por cierto y ya para terminar, no he contado que en todo momento y ahora más, no se ha despegado de mí ni un momento un lujazo de enfermera personal, mi querida Lola Vellido. Con lo que por lo menos estaré fantásticamente atendido.

Y que nadie piense que voy a rebajar mi nivel de actividad, sino a recargar pilas para el apasionante año que nos espera a los políticos con las elecciones municipales de por medio y con esa oposición nacional tan coñazo que nos ha tocado lidiar.

Un fuerte abrazo.
Luis Salvador