lunes, abril 24, 2006

El pequeño aspirante a Emperador


La última etapa de Aznar fue una especie de paranoia personalista que terminó arrastrando al gobierno de entonces, y hasta su propio partido. Muchos cargos e incluso militantes del PP no estaban de acuerdo con las últimas decisiones de su iluminado jefe, pero la disciplina, y el control del bigotes sobre sus huestes, hacían de la uniformidad un acto de complicidad formal.

Aznar ese aspirante a líder que un día se creyó Napoleón, aunque únicamente ha conseguido parecerse a él en que también le llegó su Waterloo, nos metió en una guerra ilegal de la que todavía quedan por pagar muchas facturas. Quería cambiar el mundo, y lo hizo, para mal. Muerte, miedo, aumento del riesgo de terrorismo islámico, escalada de la crispación oriente-occidente con una preocupante pérdida de la credibilidad del occidente liderado por Estados Unidos, teniendo en cuenta que China o la India también aspiran a convertirse en la nueva capital del Imperio, y mucho más…

Lo bueno, que la ciudadanía le retiró de la primera línea política, más allá de su aparente renuncia, ya que sigue controlando el discurso y actuaciones de los suyos desde la Fundación FAES. Hoy existe mucha más gente que no quiere a Aznar, y que jamás le querrá, que la que irracionalmente le venera. Lo malo, que todavía pretende dar clases de política internacional en Georgetown, pobres jóvenes. Que le cuenten a quienes gestionaban la Fundación Carolina antes de dejar la Presidencia del Gobierno, como llegó a disfrutar tan enorme honor.

Hoy dos años después, un nuevo gobierno, el presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, ha aprendido de este pequeño ser una clara lección: lo que nunca debe de hacer.

El espíritu de Vistalegre



Estamos ahora no de cumpleaños, pero sí de celebración. Acabamos de cumplir dos años de gobierno en España. Esto bien pudiera parecer autocomplacencia o conformismo, aunque nada más lejos de la realidad. Los socialistas siempre somos inconformistas con lo hecho, y pocas ideologías pueden atribuirse más espíritu crítico que el que existe en la militancia progresista.

Pero teniendo en cuenta la deriva que estaba tomando España, y el poco peso de la españolía de a pie en las decisiones de sus gobernantes, la locura irresponsable de nuestra política exterior, el nivel de crispación al que se estaba llegando entre gobierno y algunas autonomías, e incluso la disminución de libertades por medio del control totalitario de los medios de comunicación públicos, y mil y una razones más., hacían más necesario que nunca un cambio –leer el pequeño aspirante a Emperador.

Con Paco Álvarez Secretario General de Granada y Félix Lavilla Senador soriano.

No voy a realizar aquí un alegato de las bondades de nuestro gobierno, ni a profundizar en el cumplimiento de sacar a nuestras tropas de Iraq, ni en la ampliación de derechos ciudadanos, sin recortar ninguno a nadie como contraprestación. Tampoco hablaré de la Ley de Dependencia como cuarta pata del estado de bienestar, ni me emplearé en explicar los intentos de este gobierno en apostar claramente por la I+D+i, como formula para aumentar nuestra productividad y sembrar un futuro de optimismo para nuestro país creando un nuevo patrón de crecimiento. Ni en todas y cada una de las importantes leyes aprobadas en este periodo, ni de las que vendrán, ya que el ritmo de la legislatura es muy alto, tanto en lo cuantitativo, como en lo cualitativo.

Me referiré únicamente al espíritu de Vistalegre, aquel que en 2002 floreció en el primer acto público que realizamos allí con Zapatero como Secretario General. La militancia se ilusionó después de varios años de travesía del desierto.

El PSOE se había modernizado, el discurso era mucho más coherente con las necesidades de una ciudadanía del siglo XXI, la acción política estaba recubierta ahora de los mismos valores que la sociedad actual. Una nueva generación política impulsaba sus propias ideas, pero eso sí, sin renunciar al legado recibido por quienes habían hecho de esta formación política, un partido de gobierno.

Hoy en el PSOE conviven varias generaciones políticas, cada una desarrolla sabiamente su papel, los jóvenes nos sentimos orgullosos de nuestros mayores –políticamente hablando-, los mayores se sienten contentos de ver la nueva impronta, juntos volvemos a ser un partido ganador.

Cada nuevo acto en Vistalegre, es una ratificación de este compromiso colectivo por la mejora de la vida de la ciudadanía española, es una ratificación más del cariño a Zapatero como verdadero impulsor del cambio –y decía que era un cambio tranquilo. María Teresa Fernández de la Vega, Rubalcaba, Juan Fernando, José Antonio Alonso, etc., también son receptores de este cariño. Y en el timón del partido, Pepe Blanco, impulsor de la estabilidad interna y de muchos de los planes de mejora que hoy acomete el partido, también tiene su cuota en el corazón de los socialistas de bien.

Ahora solo queda esperar, que todos sepamos trabajar desde el ámbito en el que nos encontremos, orgánico o institucional, para poner nuestro grano de arena en este proyecto que tanto necesitaba España y los Españoles.

"Felicidades por los dos años de gobierno y mejor futuro para todos y todas"

Luis Salvador