La política, esa palabra que representan los avances ciudadanos desde la polis griega es también una palabra demonizada socialmente. Todos somos seres políticos, no conozco a casi nadie que cuando tiene la oportunidad de participar en política quiera irse. A casi nadie que cuando tiene la posibilidad y el poder de transformar la realidad que le rodea renuncie a ello. Todos somos animales políticos, con un mayor o menor nivel de intensidad.
.Partiendo de esta premisa que lanzó a debate, la política se entremezcla hasta casi no reconocerse las diferencias con la gestión. Cosas distintas por mucho que sean complementarias.
.La política decide las prioridades de una sociedad, los derechos, los deberes, los objetivos generales, el modelo de convivencia, la relación entre territorios y otras referencias administrativas. La política dirime si nos dirijimos hacia la igualdad o la desigualdad. La política decide si hay que garantizar la igualdad de oportunidades o dejar que "a quién Dios se la dé, que San Pedro le bendiga". La política dice quienes y en que condiciones serán los receptores de servicios públicos, también dice como los pagaremos. La política lo es todo, pero todo no es política.
.Un político está más que para hacer un centro cultural, para decidir la política cultural de su sociedad, decidir el uso y las condiciones para convertirse en beneficiario.
.Un político está para decidir si la sanidad se debe orientar desde la beneficencia o si por el contrario es un derecho inalienable de la ciudadanía a la que representa.
.Un político debe decidir si apoya la igualdad de oportunidades en la educación o prima la cuna y las posibilidades económicas.
.Pero otra cosa, importantísima pero no política, son los profesionales que dirigen los Servicios, los Gerentes o Directores correspondientes. Aunque bien es cierto que debieran inspirarse en el proyecto político de quienes gobiernan en base a un programa electoral, pero muchas veces esto ni siquiera es así.
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Casi todo el mundo critica la política, pero pocos lo harían si pudieran practicarla. Ejercerla es una decisión llena de contraindicaciones. Decides embarcarte en esto por pasión sacrificando familia y desarrollo profesional personal. Cuando pasas a ejercer un puesto público detienes la foto de tu profesión.
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Foto que tendrás que desempolvar como una especie de Regreso al Pasado para recomenzar desde ahí. Si un joven aprobó con 18 años una plaza a auxilliar administrativo grupo C o D en la administración, puede que tras de una brillante carrera política que le haya llevado a la cima tenga que volver a ser auxiliar administivo 30 años después. Imagino que si llegó tan alto en la política, es posible que hubiera podido cuanto menos tener una plaza grupo A y jefaturas importantes.
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Y con esto no quiero dar una imagen victimista, todo lo contrario, simplemente describo una realidad. Yo amo la política, porque amo a la gente, porque me rebelo contra los problemas, porque considero que tengo creatividad y me gusta ponerla al servicio del conjunto, porque la política te permite conocer a muchísima gente interesante, porque estás en la raíz de las cosas, porque puedes enderezar lo torcido, aunque también puedas torcerlo tú. Pero el compromiso debe ser completo y absoluto, debe darte igual ir a una recepción con los Reyes o a la agrupación más pequeña en el rincón más inóspito de tu provincia. Porque te debes ellos, porque seguro que encontrarás gente sabía de la que aprender. Debes atender a una empresa, pero debes preocuparte por los problemas de quien ni siquiera sabe que existes. Debes plantar cara al poderoso cuando excede su poder, debes respetar la crítica del que lo ha perdido todo. Debes ser persona y amar.
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Se que en la política no todo el mundo es puro, que también hay gente mala, que unos poquitos hasta se corrompen, pero os garantizo que la mayoría son gentes comprometidas y entregadas a la causa común. Los políticos somos un fiel reflejo de nuestra sociedad, descreer de los políticos sería igual que descreer del conjunto de la humanidad. Yo no pienso hacerlo, ni lo uno, ni lo otro, porque a fin de cuentas ya he dicho que todos los políticos somos ciudadanos, todos los ciudadanos somos políticos.
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1 comentario:
Tendreis que reflexionar más del por qué la ciudadanía, pueblo o como querais llamarnos está muy harta de una clase política que a la postre se ve que está para prestar un servicio, a sí misma.
Lo malo de hartarse de la clase política es que acabamos de hartarnos del propio Régimen y perder la lealtad constitucional ya es más peligroso.
Despues de varias decadas aún nadie sabe la utilidad o necesidad del Senado. pero claro, son puestos de colocación, yo ya lo entiendo.
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